Leyenda de Sant Jordi
Ésta es la leyenda que comparten: Cataluña, Aragón, Inglaterra, Portugal, Rusia, Georgia, Bulgaria y Etiopía, escrita en el siglo XII; Sobre un caballero mitológico, que dejó huella en nuestra historia.
Según dicen...
En la ciudad de Montblanc (Tarragona), era evidente la existencia de un malestar social y un profundo terror, ya que en las afueras vivía un Dragón feroz que poseía las facultades de andar, volar y nadar. Según nos narra la leyenda, dicho dragón pasaba la noche en la montaña más alta de la zona, y durante el día, hambriento y de forma agresiva; bajaba para destruir las cosechas y comerse a los animales que los propios habitantes de Montblanc cuidaban.
Un día, en una reunión general dónde acudieron todos los habitantes de Montblanc, se decidió implantar un sistema para evitar las destrozas que generaba diariamente el dragón. Dicho sistema, consistía en poner todos los nombres de todos los habitantes de Montblanc (excepto el del Rey)en una cesta, y entregar al dragón cada día a la persona escogida por la suerte.
Durante mucho tiempo, el sistema funcionó, y la fiera debía de sentirse satisfecha, pues dejó de hacer las destrozas que hacía diariamente.
Un día de tantos, la suerte hizo sacar al Rey de la cesta el nombre de su hija (la princesa). Ante la sorpresa general, la gente entendió que la futura gobernante de la ciudad no podía ser "entregada" al dragón, y el mismo Rey ofreció su vida para sustituir al de su hija. Pero la Princesa, humilde y valiente, aceptó la suerte, y se dirigió a la Montaña para ser devorada por la fiera, como otros tantos habitantes de Montblanc habían sacrificado anteriormente.
Justo antes de llegar al encuentro con el dragón, y ante la expectación de los habitantes de Montblanc, se le presentó a la princesa un joven caballero, cabalgado en un caballo blanco y con una armadura dorada y luciente, y con una cruz roja en el escudo (la actual cruz de Barcelona y otras ciudades). Él era "Sant Jordi", un joven soldado romano nacido en el Oriente Próximo.
La princesa, preocupada por la vida del joven, le ordenó fugarse inmediatamente de la zona, ya que, en esa montaña vivía un dragón que con tan solo verlo, se lo comería vivo. Pero el caballero le dijo que no temiera, que no le iba a pasar nada, ni a el ni a ella, ya que había venido expresamente para combatir la fiera y así liberar el sacrificio de la princesa, cómo también a la vila de Montblanc.
En ese mismo momento, la fiera apareció de repente. Con el gran horror de la princesa y con el gran placer del caballero. Sin dudar, el caballero, que era Sant Jordi, le clavó su lanza, hiriendo así al dragón, y lo remató con otra puñalada. De la sangre del dragón fluyó una rosa, y Sant Jordi le hizo entrega de ésta a la princesa.
La leyenda explica que los vecinos de Montblanc habían visto toda aquella gesta des de la muralla y recibieron con los brazos abiertos a la princesa y al caballero.
Y finalmente, en la plaza mayor de la ciudad, se dice que el Rey quiso casar a su hija con Sant Jordi, pero éste le replicó admitiéndole que no se la merecía y que su visita en aquella ciudad se había producido porqué había tenido una revelación divina sobre la necesidad urgente de salvar aquella ciudad del monstruo. Y desapareció misteriosamente tal y cómo había venido.
Por eso en algunas zonas, el 23 de Abril se regalan rosas a las mujeres más queridas. Y se regalan libros a los hombres más queridos (recordando la muerte de Cervantes y Shakespeare).